Cuando se habla de los sueños de desarrollo del Delta del Mekong, la gente suele mencionar los ríos, los puentes o las autopistas que se extienden hacia el mar.
Pero si tuviera que elegirse un proyecto de escala suficiente para generar un cambio estructural, creo que sería la línea ferroviaria Ciudad Ho Chi Minh – Can Tho.
No es solo una ruta de transporte, sino una arteria vital que conecta los dos centros económicos más dinámicos del Sur, a la vez que abre oportunidades para reestructurar el espacio de desarrollo de toda la región.
Reequilibrando el Espacio de Desarrollo
Durante décadas, el transporte en la región Sur ha dependido casi por completo de carreteras y vías fluviales.
Estos dos métodos fueron adecuados en su momento para las condiciones de desarrollo agrícola, pero a medida que la economía se desplaza hacia la industria y los servicios, y las cadenas de suministro exigen velocidad y estabilidad, las carreteras estrechas y los ríos congestionados ya no pueden soportar la carga.
El ferrocarril, con su capacidad de transporte grande, estable y segura, puede ayudar a reducir millones de toneladas de mercancías transportadas por carretera, recortar costos logísticos y, simultáneamente, crear un eje de desarrollo completamente nuevo entre Ciudad Ho Chi Minh y la región del Sur Occidental.
Mirando más allá, esta línea ferroviaria es también una herramienta para reequilibrar el espacio de desarrollo nacional.
Actualmente, Ciudad Ho Chi Minh sufre una presión excesiva en cuanto a población, infraestructura y medio ambiente, mientras que muchas localidades del Oeste permanecen fragmentadas y carecen de impulso para atraer inversiones.
Cuando se abren las conexiones de infraestructura, los flujos de capital, mano de obra, conocimiento y tecnología pueden circular con mayor facilidad, formando clusters urbanos satélite, zonas industriales y centros logísticos a lo largo de la ruta. Este es un efecto de derrame positivo, una forma de desarrollarse de manera armoniosa en lugar de hincharse de forma desproporcionada.
Resolviendo los Problemas de Capital y Viabilidad
Sin embargo, hablar de ferrocarriles significa hablar de los problemas de capital y viabilidad, los dos mayores obstáculos. Con una escala de cientos de billones de dongs, no podemos depender únicamente del presupuesto estatal. Se necesita un modelo de asociación público-privada flexible, transparente y viable.
El Estado debe desempeñar un papel principal: invertir en la infraestructura central, garantizando el despeje de terrenos y la seguridad social; mientras que las empresas privadas nacionales y extranjeras participan en la explotación, operación, servicios y logística.
Para lograrlo, los mecanismos de política deben ser claros, estables y contar con compromiso a largo plazo. Ningún inversionista se arriesga si no ve confianza en la consistencia de las políticas.
Simultáneamente, el problema del flujo de caja debe calcularse cuidadosamente. No podemos construir una línea ferroviaria con la expectativa de que «si la construyes, ellos vendrán». Se necesitan pronósticos prudentes del volumen de pasajeros, volumen de carga, precios de los boletos, costos operativos y mantenimiento.
Más importante aún, deben existir mecanismos para garantizar unos ingresos mínimos, o políticas de distribución de riesgos entre el Estado y el sector privado, para que el proyecto no caiga en la situación de «gran inicio, pobre final» como muchos proyectos de infraestructura grandes anteriores.
Una dirección viable es la inversión por fases: la primera fase implementa una vía única con velocidad media, tanto para probar el modelo operativo como para reducir la presión de capital; más tarde, cuando el volumen de tráfico aumente, se actualizará a doble vía y alta velocidad.
La parte más difícil es el despeje de terrenos. Se prevé que el proyecto afecte a más de 10,000 hogares, extendiéndose a través de muchas localidades, cada una con sus propias regulaciones y métodos. Sin un mecanismo especial y suficiente determinación política, solo la negociación de tierras podría prolongarse durante muchos años.
La experiencia muestra que lo más importante es la transparencia y el consenso: la gente debe entender claramente los beneficios del proyecto, tener garantizado un reasentamiento estable y participar en la supervisión del proceso de implementación. Cuando la gente cree, cualquier proyecto se puede lograr.
El ferrocarril Ciudad Ho Chi Minh – Can Tho no es solo un problema técnico, sino una prueba de capacidad de gobernanza, visión de desarrollo y coraje político.
Es un símbolo de un pensamiento renovado: no solo pensar en carreteras de concreto, sino pensar en el futuro de una región, donde decenas de millones de personas esperan oportunidades de desarrollo más igualitarias y sostenibles.
Si consideramos esta línea ferroviaria como un proyecto centenario para el Sur, con un espíritu de atreverse a actuar y asumir responsabilidades, no solo conectará dos áreas urbanas sino también la confianza, las aspiraciones y la vitalidad de