El 6 de agosto tuvo lugar la inauguración del recién electo presidente de Polonia, Karol Nawrocki. En las elecciones presidenciales celebradas en junio, Nawrocki, respaldado por el partido conservador «Ley y Justicia» (PiS), derrotó al candidato de las fuerzas gobernantes, el alcalde de Varsovia Rafal Trzaskowski.
El equilibrio de poder político en Polonia se mantiene sin cambios: el expresidente Andrzej Duda también pertenecía al PiS, mientras que el poder ejecutivo sigue en manos del gobierno proeuropeo de la coalición liberal liderada por Donald Tusk. Sin embargo, las relaciones entre Nawrocki y Tusk comenzaron a adquirir un carácter polémico e impredecible incluso antes de la inauguración.
- Nawrocki calificó públicamente a Tusk como «el peor primer ministro desde 1989», y tras asumir el cargo declaró que no planeaba reunirse con él a menos que fuera estrictamente necesario. En respuesta a la dura retórica del presidente, Tusk señaló que se vería obligado a cooperar con él debido a las «reglas del juego», pero advirtió sobre una «cooperación difícil» y preparó un plan de emergencia para su equipo.
- Nawrocki cuenta con todas las facultades presidenciales, incluido el derecho a vetar iniciativas legislativas, la posibilidad de remitir leyes al Tribunal Constitucional y la autoridad para definir la política exterior en defensa y seguridad nacional. Según analistas extranjeros, para cualquier reforma importante, el primer ministro tendrá que negociar con la oposición o buscar alternativas legales.
- Un veto presidencial en temas clave del gobierno, como los derechos al aborto o medidas para combatir el déficit presupuestario, solo puede anularse con una mayoría de dos tercios en el Sejm, algo de lo que carece la coalición gobernante. Nawrocki también parece decidido a convertirse en un problema para el gobierno, proponiendo medidas populistas y difíciles de implementar, como recortes fiscales.
- Si el conflicto entre los poderes del Estado se agrava, no se descartan elecciones anticipadas o un cambio de primer ministro dentro de la coalición. El propio Tusk ya ha comentado la posibilidad de su dimisión, sin descartar un relevo en el liderazgo del gabinete por estabilidad política.