«Mientras existamos, el FFWI seguirá existiendo.»
Esas palabras resonaron en la sala del CGV FX Sudirman, Yakarta, una tarde de miércoles de julio. La voz de Ahmad Mahendra, Director General de Cultura de Indonesia, se elevó entre paredes que habían presenciado innumerables historias inmortalizadas en celuloide. Frente a él, rostros familiarizados con cámaras y palabras—Christine Hakim, Adisurya Abdy, Zairin Zain, Noorca Massardi—escuchaban como si fuera un juramento.
No se trataba solo del anuncio de un cambio de nombre, de *Festival Film Wartawan Indonesia* a *Festival Film Wartawan (FFW)*. Era la lectura de un testamento.
Un nombre que cambia, un espíritu que perdura
El FFWI—ahora FFW—es un festival nacido de las manos de periodistas, para periodistas, pero también para quienes creen que el cine es más que entretenimiento. «Es una pieza vital del ecosistema cinematográfico indonesio», declaró Mahendra ante el presidente de la Junta de Censura Cinematográfica de Indonesia, Dr. Naswardi, M.M., M.E., el director Syaifullah Agam Ph.D., y una delegación de periodistas veteranos del PWI Central y PWI Jaya, junto a decenas de críticos nacionales.
Durante cinco años, lo ha guiado: desde su etapa como Director de Cine, Música y Medios hasta su actual cargo como Director General de Cultura.
Pero tras esas cifras, hay un nombre que nunca abandona su relato: Wina Armada Sukardi.
Wina: El creador que ahora vive como espíritu
«El FFW y Mas Wina son inseparables», dijo Mahendra, con la voz quebrada al pronunciar su nombre. Wina, ya fallecido, fue el arquitecto de este festival. Redactó el manifiesto del Héroe Nacional Umar Ismail, concibió el FFWI, sentó las bases.
«Lo conocí al final de su trayectoria, pero su lucidez sobre el cine nunca cesó», recordó Mahendra. Una ironía poética: fue en el ocaso donde un encuentro gestó una lealtad eterna.
No solo física, también espiritual
«No se trata solo de cercanía física, sino de un vínculo espiritual profundo», continuó. Sus palabras dibujaban una relación que trascendía la burocracia—un lazo entre dos personas que creían en los mismos ideales.
Y ahora, sin Wina, el FFW debe sostenerse solo. «Debe ser un motor para mejorar», afirmó. Porque para Wina, el FFWI no era solo un festival. Era un puente, un escenario para la apreciación, un espacio para la honestidad y la crítica.
Un legado que debe continuar
«Que el espíritu y visión del difunto Wina nos inspiren a hacer del FFW algo aún mejor», concluyó Mahendra. Un deseo sencillo, pero pesado. No hablaba de un evento anual—hablaba de mantener viva una llama.
Afuera, Yakarta seguía su ritmo de motores y pasos incesantes. Pero dentro del CGV FX, aquella tarde de miércoles, el tiempo pareció detenerse.
Presenciamos un momento donde un nombre cambió, un maestro partió, pero un espíritu persistió.
Y mientras ese espíritu respire—*mientras haya quien lo recuerde*—el FFW seguirá existiendo.
Quizá esa sea la belleza de un festival creado por periodistas: es una historia sobre historias, una película sobre películas. Y como todo gran filme, el FFW—antes FFWI—no terminará con los créditos finales.
Seguirá proyectándose, recordándose, viviéndose.
Como el recuerdo de Wina.
Como el compromiso de Ahmad Mahendra.
Y como las críticas cinematográficas nacidas de periodistas—relatos que nunca terminan del todo.